martes, 2 de febrero de 2016

poema 248

CCXLVIII





Un momento en la eternidad



A los ojos la contemplo y de los hombros la tomo,
Su mirada está en el cielo y su cuerpo en el reposo,
Encendidas sus mejillas, con sus ojos luminosos,
Se cabellera extendida y sus labios temblorosos;

Yo la beso por su cuello, la acaricio sin decoro,
Ella me entrega su cuerpo y me lo permite todo,
Parece un simple momento, frágil sueño venturoso,
Porque se detiene el tiempo ante un hecho tan glorioso;

Ella sigue su camino, cierra un poquito sus ojos,
Yo la contemplo y suspiro ante un cuadro primoroso;
Qué bello es vivir así, sin tensiones sin abrojos
Disfrutando el frenesí del amor entre nosotros…

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