jueves, 18 de febrero de 2016

poema 326

CCCXXVI




Pebeteros con ardiente corazón


Le di la buena noticia:
Su rostro se sonrojó,

Me quemo, de su alma, el fuego
Y de repente lloró;


Semejaba arpa vibrante,
Ese incendio se apagó,
Me guardé ese rostro de ángel
Donde escondí ese amor;

¡Qué raras son nuestras almas!
¡Qué viva está la pasión!
Somos como pebeteros
Con ardiente corazón…

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