CCCXII
Mi eterno amor
En aquella mañana, caminaba ligero,
La brisa matinal, el cantar de los cuervos,
Contemplaba la gente, que pasaba corriendo
Para a tiempo checar y cuidar pobre sueldo;
Me detuve en la esquina, noticias del momento:
El equipo perdió, goleada: tres, cero;
A la tienda llegué, un saludo sincero,
Le pagué mi consumo, regresé lento, lento;
Fue entonces que la vi, allá a lo lejos,
Muy lenta caminaba, cual si fuese a mi encuentro;
Una esbelta figura, un brillante cabello,
Una faz muy jovial y en sus ojos, el cielo;
Ella fue quien saludo, contesté muy atento,
Mas cuando ella sonrió, despertóse mi anhelo,
Me estrechó entre sus brazos y dijo compañero
¿No te acuerda de mí?, habló de viejos tiempos ,
Mi mejilla beso, -su perfume, lo terso-,
Yo no sé qué contesté, sólo sé que no puedo
De mi mente sacarla, se metió muy adentro,
¿Quién diría que ese ayer fuese un hoy de tormento?
Se marchó y se fue hasta mi último aliento,
Yo no le pregunté, eran muchos mis nervios,
Sólo sé que se fue, me robó en un momento,
De mi invierno, el calor, sólo quedó su recuerdo;
Desde entonces camino esa senda en silencio,
Esperando encontrar lo que nunca ya encuentro,
Ese amor que perdí en sus brazos, su beso,
Y mi afán de vivir, poco a poco, cediendo;
Dondequiera que estés, yo te sigo queriendo,
Que la vida te dé lo que yo ya no puedo,
No te olvides de aquel, el viejo compañero
Que a pesar de lo fatuo en ti halló, amor eterno…
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