lunes, 18 de enero de 2016

poema165

CLXV




Poema de edad invernal


I
Al llegar a cierta edad, 
Al sentir que estamos llegando a la meta; 
Que muy cerca está el final, 
Que la tétrica dama se acerca; 
Volvemos nuestra mirada atrás, 
Pensamos en lo que ya no tienen vuelta,
Los errores cometidos, 
Aquellas aventuras, nunca resueltas; 
Es entonces cuando duele,
Cuando duele no haber limpiado esas penas;
Pero ya nada se puede hacer, 
Ya la muerte está muy cerca, 
Ya los errores se han oxidado 
Y aquella rueda ya no da vueltas; 
Lo que has hecho o deshecho 
Debes enfrentarlo con valor, aunque no quieras…
II
Piensas en qué dejarás,
Piensas en aquellas pasadas revueltas,
En que todo perderás 
Y aunque lo quieras o no lo quieras,
Ya te irás y no regresarás, 
Después de ese final jamás habrá vuelta; 
Te sientes arrepentido, 
Pides una oportunidad tan incierta,
Pides un poco de miel,
Encontrar aquella estrecha puerta abierta, 
Esa gran luz que te anuncie el bien;
Que el perdón aún es oferta, 
Pero todo será algo muy vano,
Simples especulaciones muertas, 
Lo que se hizo ya es un hecho 
Y la sentencia, aunque no quieras, quedará abierta…
III
Te dices, encontrarás, 
Para entregar tu amor, muchas nuevas sendas; 
Nuevas formas para amar, 
Con tus pequeños, nietos y nietas; 
Que muchos nuevos retos serán, 
Y los dañarás más entre más los quieras;
Y te sentirás herido,
Con una fortuna tan negra y adversa,
Como viejo que no ve,
Y en vez de ayudar todo lo tergiversa;
Y a los que un día les diste el ser,
Buscan hoy mejor oferta,
Desde donde hagas el menor daño,
Convivas con otras almas yertas;
Algún asilo, algún lecho,
Donde esperan tranquilamente, que tú te mueras…


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