martes, 12 de enero de 2016

poema 137

CXXXVII




Prueba de fuego



En lo alto de la montaña,
Al pisar aquella cumbre,
Al despertar la mañana
En aquel cielo vi lumbre;

Albinos mantos de seda,
Resplandecientes reflejos,
Mi alma inmutable se queda
Al contemplar mil espejos;


Surgió en un áureo carro,
Desordenado cabello,
Herido por gran guijarro
Da un purpúreo destello;

Era Apolo con su lira,
En sus corceles de fuego,
Y prepara una gran pira
Para acallar ese ruego;


Era Diana plateada,
Que con sus desnudos senos,
Pedía ser perdonada
Por pisar rumbos ajenos;

El ofendido marido
Ve que aquel albino suelo,
No se presenta ni herido
Ni como un polvo es su vuelo;


Satisfecho aquel amante,
Cubre a su amada de besos,
Y disfruta en un instante
La libertad de mil presos…





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