MCXXIX
A los hijos
Ahora que eres tú padre,
Que Dios te dio ese regalo,
Un hijo muy parecido
Al niño que has olvidado.
Ahora que ves de lejos
Aquellos yerros de antaño,
Los miras con cierta gracia
Y olvidas viejos regaños.
Ahora es en carne propia
El eco de aquellos cantos;
Espejos sin una mancha
De traumas, fallas, escándalos.
Y crecerán poco a poco,
Se enredarán como lazos;
Satisfarán fatuo orgullo
O te amarrarán las manos.
Y llorarás, cuando viejo,
Veas lo que has cosechado;
Aunque tú encuentras el bien
También hay penas y daños.
Y entre más quieras cambiar,
Nada podrá remediarlo,
Lo bueno crece en algunos
Y en otros todo lo malo.
Esa es la ley de la vida
Son nuestros hijos, hermanos
Que han retornado a este mundo
A señalar en qué erramos
Debes mostrar la nobleza
Misericordia y no palos,
Si tú condenas a tu hijo
Siempre seguirás llorando…
Sólo el amor frena el odio,
Sólo con fe transmutamos
En oro lo que es de plomo
En verdad, lo que es engaño…
No siembres ira, avaricia,
Falso interés despiadado;
Que reine la fortaleza,
Bondad, en lo que sembramos...
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