domingo, 17 de julio de 2016

poema 1133

MCXXXIII




Los hijos

Es el amor por los hijos
El más puro y abnegado,
Pues sufrimos sus caídas
Y lloramos sus fracasos;

Son sus lágrimas espadas
Que laceran nuestros pechos,
Son sus horas solitarias
En nosotros cruel infierno;

Moriríamos contentos
Si con ello los salvamos,
Y aceptamos como Job
Toda prueba sin dudarlo;

Nada nos llena de gozo
Como el ver que están jugando,
Desde que son muy pequeños
O cuando ya están casados;

Es cartera sin fronteras,
Si algún presente les damos;
Y es un tiempo sin horarios,
Para poder apoyarlos;

Y si algún día se marchan,
¡Cuánto duele un hijo ausente!
En soledad aceptamos
Que fue muy duro perderle;

Pero del caos resurge
Nueva luz para alentarnos,
Esos nietos que nos llenan
Con sus gracias, con sus pasos;

Es verdad irrefutable
Que entre hijos, padres y abuelos
Existe el amor más puro:
Más honesto y verdadero…

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