lunes, 11 de abril de 2016

poema 643

LCXLIII





Mi corazón, ya lo di

Vendrá la muerte con funesto ceño
A cortar todos los hilos de vida,
Como aquella intolerable homicida
Que viene con aquel cebado empeño

De arrebatarle al inocente dueño
Lo que dicta será causa perdida,
Que tras de incurable y perenne herida
Considera que es un robo pequeño:

Quitar del pecho, el motor de su sino,
Del indefenso ser que es desgraciado,
Que se ha infectado con mortal espino

Por vano y tonto amor siempre haber dado:
Acepto muerte mi fatal destino;
Aunque mi corazón, ya lo he entregado…

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