MMCCLXXVII
¡Ay, nefastos egoísmos!
Rechazo la estupidez
De esa emoción cerrada,
De ciega mente obsecada
Que pierde la lucidez;
Que se hunde en la insensatez
De sentirse lastimada,
Con el filo de la espada
Por vana testarudez;
Esclava de la mentira
Y de los negros abismos
De un corazón que delira
Por absurdos espejismos;
Se lanza a una ardiente pira:
¡Ay, nefastos egoísmos!
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