MCCXLV
Inmortal aliento
Voy, mis
silencios, llenando con una oración o un ruego,
Solicitando tu
ayuda para estar firme y sereno;
Tú, muy atento,
me escuchas y al desvelar mi cielo
Entiendo aquello
que busco para mirar el misterio;
La ruta se hace
ligera, muy dócil el pensamiento,
Rauda se vuela,
mi duda, algo veraz y muy cierto;
Es auténtica
alegría, caminar muy discreto,
Jamás seguir al
orgullo ni al ilusorio lamento;
Busca esa luz,
yo te invito, oye la voz de tu interno;
Cuida esa
eterna vigilia: mantente libre y despierto;
Sube tranquilo
la escala, llama a la puerta sin miedo,
Resiste con
entereza ráfagas de viento y fuego;
Vale la pena la
lucha por trascender vanos miedos,
Bello es
contemplar la gloria del absoluto Universo;
Sí, tal vez,
pienses mentira, estos dichos tan inciertos,
Sólo te reto mi
amigo a que procures hacerlo,
Sólo los frutos
dorados serán mi único argumento;
Busca el Árbol
de la Vida, corazón de nuestro anhelo,
Verás que la
puerta se abre, percibirás el incienso,
Recibirás, muy
humilde, un claro conocimiento;
No serás ya más
cautivo, sino el puro sentimiento,
Ese huerto que
cultiva la simiente de lo eterno;
Una luminosa
estela, un celestial concierto,
Donde la unidad
se funde con el inmortal aliento…
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