lunes, 3 de octubre de 2016

poema 1245

MCCXLV


Inmortal aliento

Voy, mis silencios, llenando con una oración o un ruego,
Solicitando tu ayuda para estar firme y sereno;
Tú, muy atento, me escuchas y al desvelar mi cielo
Entiendo aquello que busco para mirar el misterio;

La ruta se hace ligera, muy dócil el pensamiento,
Rauda se vuela, mi duda, algo veraz y muy cierto;
Es auténtica alegría, caminar muy discreto,
Jamás seguir al orgullo ni al ilusorio lamento;

Busca esa luz, yo te invito, oye la voz de tu interno;
Cuida esa eterna vigilia: mantente libre y despierto;
Sube tranquilo la escala, llama a la puerta sin miedo,
Resiste con entereza ráfagas de viento y fuego;

Vale la pena la lucha por trascender vanos miedos,
Bello es contemplar la gloria del absoluto Universo;
Sí, tal vez, pienses mentira, estos dichos tan inciertos,
Sólo te reto mi amigo a que procures hacerlo,

Sólo los frutos dorados serán mi único argumento;
Busca el Árbol de la Vida, corazón de nuestro anhelo,
Verás que la puerta se abre, percibirás el incienso,
Recibirás, muy humilde, un claro conocimiento;

No serás ya más cautivo, sino el puro sentimiento,
Ese huerto que cultiva la simiente de lo eterno;
Una luminosa estela, un celestial concierto,
Donde la unidad se funde con el inmortal aliento…

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